03 marzo 2010

El perfume


No, no es una entrada referente a la novela de Patrick Süskind, esta entrada está dedicada a todos esos aromas que vienen en pequeñas botellas, que a muchas mujeres nos encantan. Cada persona cuenta con un olor propio, una esencia desde que nacemos, cuestión de química dirán algunos, y tienen razón, es cuestión de química.


El perfume es parte esencial de todo el ritual de presentación, es el toque final, el que hace que todo encaje, el accesorio nunca visto pero el que más se recuerda. Tanto en hombres como en mujeres, el perfume o colonia tiene que ir de acuerdo con la persona, con su piel, su olor propio y en último de los casos, con su forma de ser. A pesar de qué tanto se mercantilice, el perfume sigue siendo una de las características fundamentales de las mujeres, cada una de las notas frutales, silvestres, dulces o de maderas que despide cada gota de perfume tiene por objetivo crear la diferencia entre la mujer que se lo coloca y el resto.



La energía que puede transmitir el perfume a lo largo del día es indescriptible, es una especie de cápsula que te hace sentir bien y cómoda estés donde estés, y no sólo eso, el perfume da cuenta de lo que quieres transmitir en los demás, del efecto que pretendes provocar, no en valde se dice que una mujer debe colocarse perfume en las partes del cuerpo donde desee ser besada.


¿Qué tanta influencia no puede tener el perfume, si cuando no traemos sentimos que nos falta algo? El perfume ha llegado a ser tanto parte de nosotros, de ese ritual en el que nos preparamos para enfrentar el día, que llega a ser una segunda piel. Lamentablemente, esto bien lo sabe la mercadotecnia, por lo que no es sorpresa que se aprovechen de ello para acrecentar ventas o promocionar ya cualquier aroma, incluso cuando no tiene un aroma muy agradable. A pesar de ello, sigo creyendo que el perfume es el elemento extra, el plus, en la vestimenta y la actitud de las personas.

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