El día de hoy, o mejor dicho la noche de este día, ha estado plagado de noticias bastante trágicas y preocupantes. El hecho que tuvo lugar en el metro, a mi parecer va a cambiar la forma en que los capitalinos concebimos la seguridad y la convivencia diaria en la Ciudad de México. Cuando escuchaba las noticias sobre tiroteos en escuelas y universidades en Estados Unidos y en algunos países de Europa sentía que eventos de este tipo se desencadenaban en sociedades en decadencia o con profundos problemas sociales, y protagonizados por personas con algún problema mental o que simplemente tenían tanto rencor a la sociedad que esa era su forma de demostrarlo, y con esto último no estoy tratando de defenderlo, sólo de comprenderlo.
Con lo sucedido el día de hoy me imagino que todos aquellos que viajamos en metro estaremos en un estado de alerta, ya que a pesar de escuchar noticias todos los días sobre personas decapitadas o linchadas, no sentíamos, o al menos yo, tan cercano el peligro que nos acecha todos los días y por otro lado denota una falta de comunicación, tanto de la población con el gobierno y entre la población misma. Y lo más evidente es que se pone en tela de juicio la capacidad y efectividad de la función del gobierno de dar seguridad a sus habitantes, factor que será tema de discusión en los próximos meses.
Otro punto a considerar son los efectos que este suceso tendrá en aquellos que se encontraron en dicha situación, ya que cuando la gente es atacada o sufren un asalto o algo por el estilo lo más saludable es pensar que a veces esas cosas pasan, y aunque es difícil hay que entender que no es porque existan fuerzas mayores que confabulan en su contra para que eso les pase, simplemente es así. Por ello yo creo que nos debemos preguntar ¿Hasta qué punto tenemos que llegar para descubrir que los valores esenciales de la familia, como base de la sociedad, y determinadas reglas sociales se están perdiendo por completo, provocando el caos y la repetición de sucesos como éste de forma cotidiana?
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