La vida está llena de ciclos, unos seguidos de otros, algunos les dan continuidad a los siguientes, y muchos otros tienen un fin, ya sea voluntario o forzoso. Muy acorde con el próximo fin de la carrera universitaria, y lo que muchos llaman "el fin de la vida de estudiante", se terminan otras etapas en nuestra vida y empiezan muchas más. A mi parecer, el fin de los ciclos es más sencillo de asimilar cuando ya tiene una fecha predeterminada, una duración, como es el caso de la escuela. Que a fin de cuentas nos cuesta un poco de trabajo asimilarlo y enfrentarlo, sobre todo porque dejamos de hacer lo que hemos hecho durante 16 años de nuestra vida, mínimo, y es tiempo de que nos enfrentemos a la vida, al mundo real.
Pero existen otros a los que nosotros mismos les tenemos que dar fin, tenemos que cerrarlos por nuestra propia salud mental y emocional, y la mayoría de las veces no es sencillo y requiere de gran determinación, madurez y coraje. Tal es el caso de las relaciones de pareja, las cuales dicho sea de paso son difíciles por su propia naturaleza. Cuando decidimos por fin, después de mucha meditación, terminar no sólo la relación, sino por completo con una persona, sacarla de tu vida diaria, de tus contactos y de tus pensamientos es cuando estamos listos para cerrar ese ciclo.
Muchas personas son incapaces de realizar esto, se la pasan en relaciones que en lugar de ciclo parece más una espiral, de la que no pueden salir (o no quieren) y en la que llegan a extremos ya sea de menosprecio o de codependencia, y esto lamentablemente es muy común durante la adolescencia, creo que principalmente se debe a una falta de autoestima y de seguridad en la persona que permite que se den este tipo de relaciones o de situaciones determinadas. La realidad es que no saldrán de esa espiral hasta que ellos mismos quieran y se crean capaces de no recaes, como cualquier otro vicio o sustancia nociva para nuestro sistema.
Si de algo sirve, puedo decir que es un trabajo de reflexión esto de cerrar ciclos, nos permite crecer como seres humanos y nos da pauta para evaluarnos, definir un poco más lo que queremos lograr y abrir los ojos ante oportunidades que antes no habríamos visto aunque estuvieran a centímetros de nuestras narices.
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