Para iniciar el año de una forma muy cultural y artística, este fin de semana fui al Museo Nacional de Antropología para ver la exposición de Pompeya y una villa romana: arte y cultura alrededor de la bahía de Nápoles. Esta muestra contiene un gran acervo de obras de arte que se rescataron y restauraron de lo que quedo de dicha ciudad.
Muy interesante e ilustrativa, la historia de Pompeya es una especie de mito, del cual se conoce sólo cómo quedó la ciudad después de la erupción del volcán Vesubio. Fuera de lo que uno como espectador se pueda imaginar, la exposición nos lleva por la vida de las personas que habitaban Pompeya y la sorpresa que me llevé fue la de descubrir a esta ciudad como uno de los centros de descanso y retiro de mayor renombre exclusivo para las familias de la clase alta, es decir, para los del gobierno e influyentes.
Parecido a Miami, Saint Tropez, Cancún o Ibiza, Pompeya jugaba el papel de centro de diversión, para vacacionar de aquellos que contaban con los recursos para hacerlo, pero a la vez se manejaba un círculo de esclavitud, excesos y privilegios, no muy distante a lo que sucede hoy en día en los lugares antes mencionados cambiando la esclavitud por trabajos mal pagados.
Lo que me encantó fue el gran acervo de obras de arte que se usaban para decorar las casas y patios, obras que usualmente sólo se ven en libros o revistas y que no te imaginas tenerlas frente a ti ni en mil años, y es increíble tener la oportunidad de admirarlas el tiempo que quieras y, por un momento, de sentirte en aquella ciudad.
También se recuperaron joyas y pinturas; y como parte complementaria se proyectaban videos con información con documentales que se habían hecho sobre la ciudad, sobre lo que había pasado antes, durante y después de la erupción del Vesubio, basados en lo que se rescató y restauró. Un recorrido que permite un viaje al pasado sin duda.
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