Por fin, después de casi un año, terminé la novela más conocida de Bram Stoker, Drácula, aunque debo ser sincera y decir que ya tiene más de dos meses que lo acabé de leer y no había tenido tiempo de gritarlo al mundo (bueno... escribirlo). Si bien existen novelas de vampiros, creo que Drácula es la más importante y la que ha dado pie a la euforia por estas criaturas sobrenaturales.
Como ya he mencionado en otra entrada, los temas vampirescos son de mis favoritos y una razón de ello es la adaptación al cine de esta novela por Francis Ford Coppola, porque he de confesar que primero vi la película (como la mayoría de las personas), aunque claro, era demasiado pequeña para saber que se basaba en una novela. Al pasar los años, fui desmenusando cada parte de la historia, la interpretación del cineasta a esta historia, en la que se delinea de manera muy exacta la personalidad y psicología de cada uno de los personajes, dejando a la vista el eje central de la película: el amor del Conde Drácula por su princesa, el cual es eterno y por el que el Conde espera pacientemente hasta encontrarlo de nuevo.
Al ir leyendo la novela me di cuenta de que la adaptación de Coppola era bastante fiel al escrito pero al mismo tiempo se revela el aporte del director en ciertos detalles que no se mencionan en el libro, especialmente en lo que es la historia de amor. Bram Stoker nos muestra a este ser, un "no muerto", que pretende conquistar Inglaterra infectando a quien se ponga en su camino. El único pasaje que toca un poco la atracción que tiene Drácula por Mina Harker es cuando ella se refugia en la oficina del Dr. Seward, y que para llegar hasta ahí tiene que pasar por el manicomio, que es donde ve al que fungiría como lacayo de Drácula y al conversar con él se revela el interés de Drácula.
La historia narrada por Stoker es un gran ejemplo de lo que representaba Inglaterra en el siglo XIX, mostrando el progreso industrial sobre el atrasado mundo de Europa del Este, resaltando los paisajes, los modos de vida, hasta los transportes, todo deja huella de la gran diferencia entre el occidente y el oriente, la ciencia versus la superstición, entre otros.
Lo que más me impresionó al hacer la comparación entre el libro y la película (algo inevitable) fue que ninguno me decepcionó, son diferentes e iguales al mismo tiempo, hay detalles que son tan fielmente representados que no se encuentra laguna alguna de la historia al filme, y al mismo tiempo el formato utilizado en la historia marca cortes que en la película se muestran como continuos.
Finalmente, me gustaría hacer la observación que mucho del material que se tiene hoy en día sobre vampiros, tanto en revistas, cine y televisión, tiene su base en la obra escrita por Bram Stoker, muchas de las cualidades o habilidades que describe sobre el no muerto van a definir lo que es y lo que no es un vampiro; lamentablemente, este concepto se ha desvirtuado del original y conforme va cambiando se va transformando hasta lo que tenemos actualmente en algunas películas y series de televisión.
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