Estos últimos días del semestre se sienten igual que la canción de Onda Vaselina de hace añísimos: todos los días me parecen igual, quiero salir de vacaciones ya, estoy segura que no voy a reprobar... Bueno, para los de mi generación seguro que les sonará la canción, para los más chavitos pues no, pero esa canción es un himno a la desesperación y el anhelo a salir de vaciones y es justo la canción que ejemplifica cómo me siento.
Entre tantos trabajos finales, exámenes, controles de lectura, etc., llega el momento en que me dan ganas de gritar ¡basta! y tener un rato para mí, para leer una revista o simplemente pensar en la inmortalidad del cangrejo (¿si es inmortal?), pero no puedo; ya sé que algunos dirán que para todo hay tiempo y que hoy por hoy es el tiempo de estudiar y de sacar provecho y disfrutar de la universidad, y no podría estar más de acuerdo, pero eso también se lo deberían decir a algunos profesores.
Sólo espero que llegue el tan anhelado fin de semestre, con la fiesta reglamentaria por supuesto, y poder decir que va a tardar en que vuelva a levantar un libro (aunque ni yo me lo crea), pero en lo que llega hay que echarle todas las ganas que se puedan para poder saportar estos últimos días de clases, los cuales se me harían eternos si no fuera por la compañía y buena vibra de mis amigos.
Aunque por otra parte también debo decir que con cada fin de semestre se acerca cada vez más el fin de la carrera y por ende la vida de estudiante, cosa que cuando escuchaba la canción de la Onda Vaselina no pasaba por mi cabeza y mi preocupación era lo que haría con tanto tiempo a mi disposición hasta regresar a la escuela, ¡ah, qué tiempos aquellos!
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