Te veo todos los días, te busco en todas partes, me pregunto si algún día regresarás a mi lado, pero sé que es inútil seguir pensando en lo mismo. Sé que fui una más de las muchas que te dedicas a conquistar todos los días. Lejos de molestarme tengo que reconocer que yo también lo había pensado desde hace tiempo, realmente nunca hubo química entre nosotros, tal vez chispas pero nunca esa conexión de la que muchos hablan, y lo más triste es que los dos lo sabíamos y aún así continuamos jugando y aparentando algo que no eramos.
Jugaste muy bien tus cartas, después de todo tus años y la experiencia te lo permitían, y yo... bueno, sabemos que yo no. No puedes decir que no lo intenté, traté de seguirte el paso, de mostrarte que era una adversaria a tu nivel, pero resulta que no estábamos ni siquiera en el mismo juego. Tampoco puedo negar que no me divertí y que no aprendí; las reglas cambian a lo largo del juego y te tienes que ir acoplando, pero lo que tú disponías iba muy en contra de lo que yo quería.
Tal vez, a fin de cuentas, fue mejor que tomaras esa decisión, sé que yo no la iba a tomar, no tenía la fuerza suficiente para hacerlo y los dos sabíamos que no íbamos a ningún lugar, que yo no te podía ofrecer lo que querías y tú no tenías lo que yo buscaba. Sí, te extraño, te extraño a momentos, te busco entre la multitud y te encuentro en otras personas, y es justo en ese momento en que descubro que no te quiero volver a ver, llegará el día en tu recuerdo no cause efectos en mí, en que pueda hablar de ti sin llorar, pero será paulatinamente, hasta entonces seré otra que mordió el polvo.
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