No sé si de la vida, de esta semana, de las tareas o de todo, no sé, pero estoy muy cansada. Lo peor es que se refleja en mis ojos, hasta dormida pienso en todo lo que tengo que hacer, es como una especie de sensación de que el tiempo es tan efímero que no me alcanza.
No puedo negar que el escribir esto es un poco terapéutico, pero a la vez es una distracción de todo lo que tengo que hacer... pensar, pensar, escribir... respiro un momento y de nuevo al trabajo, sumergida en la rutina, constante, el estilo de vida de la ciudad, nos apagamos, posiblemente quede un momento para mirar al cielo y descubrir su inmensidad y nuestra insignificancia, que después de todo nada realmente importa mas que para nosotros mismos.
Sonrío, escucho y asiento, espero el fin de semana con gran ansiedad, ¡pero el calor! no lo soporto, es un somnífero poderoso, aletarga mis acciones, me lleva a otra dimensión, la luz a través de las hojas de los árboles me provocan, me provocan irle a buscar, pero tengo tanto por hacer, tanto por pensar que mi sentido de obligación le gana al de la voluntad.
Me alejo, me aparto de la tentación, es mejor para mi salud mental y física, ya es tarde, pronto caerá la noche y tal vez refresque, al fin y al cabo falta poco, muy poco, sólo he de resistir si me mantengo ocupada, que mi mente se llene de ideas para no divagar en donde sé que no hay punto de retorno.
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