Fuente: sunbathesunbathe.tumblr.com
Volver a empezar es difícil. Regreso a este blog después de dos años, pero se sienten como si fueran diez. Entre el trabajo, la familia, las relaciones, en fin, la vida, llegué a los treinta. ¡Treinta, Dios mío! Curiosamente, no me siento de 30, no me veo como me imaginaba cuando era pequeña y lo que pensaba realizar es muy distinto a lo que tengo.
Llegar a los treinta en una familia que te ha criado para que estuvieras casada, con hijos, con un empleo de 9 a 5, con carro y casa y no tener nada de eso, a excepción del empleo -que debo reconocer, tampoco me lo tomo en serio-, resulta un shock y parteaguas tanto para mis padres como para mí. Ahora mis sueños son otros, mi forma de pensar de los hombres cambia día con día, la necesidad de viajar se vuelve casi imperante y mi vida la voy escribiendo sobre el camino.
No voy a disfrazar la realidad, sí me ha golpeado el hecho de tener tres décadas tras de mí, no me acostumbro a que los niños me digan "señora" (¿en dónde me ven el anillo de casado o los hijos?), pero no es lo más triste. Triste sería si hubiera pasado este último cumpleaños sin amigos o sin mi familia.
A pesar de haber pasado por algunas decepciones amorosas, de no tener un proyecto propio profesional (lo estoy buscando, sólo no lo he encontrado) y de no cumplir con las normas actuales que la sociedad exige para personas de mi edad, me considero afortunada de sentirme libre y feliz. De no estar atada a un marido por compromiso social o necesidad monetaria, de no estar en un trabajo que me exija mi salud mental y, siendo terriblemente honesta, de no tener a otro ser humano dependiente de mi.
Empiezo una nueva década con muchas ganas de conocer el mundo, de conocer gente y de experimentar. Sería un poco ingenuo imaginar que no me daré mis raspones y tropiezos, simplemente la diferencia es que ya no me asustan y quiero aprender de ellos. Me encantaría tener otras mil historias de amor, seguir rodeada de las personas que quiero y que me quieren, recordar a aquellos que se han ido -voluntaria e involuntariamente- y florecer (ridículo, I know).
Hay tanto qué hacer en el mundo y la vida pasa en un suspiro que no debemos de tener la preocupación del qué dirán, de la vergüenza o el miedo a salir perdiendo, hay que seguir intentando a pesar del corazón roto o ilusiones no cumplidas, porque de eso se trata la vida, de sentir todo, bueno y malo, de otra forma mejor sería convertirnos en vegetales o robots, preocupados por no tener emoción alguna.
A pesar de haber pasado por algunas decepciones amorosas, de no tener un proyecto propio profesional (lo estoy buscando, sólo no lo he encontrado) y de no cumplir con las normas actuales que la sociedad exige para personas de mi edad, me considero afortunada de sentirme libre y feliz. De no estar atada a un marido por compromiso social o necesidad monetaria, de no estar en un trabajo que me exija mi salud mental y, siendo terriblemente honesta, de no tener a otro ser humano dependiente de mi.
Empiezo una nueva década con muchas ganas de conocer el mundo, de conocer gente y de experimentar. Sería un poco ingenuo imaginar que no me daré mis raspones y tropiezos, simplemente la diferencia es que ya no me asustan y quiero aprender de ellos. Me encantaría tener otras mil historias de amor, seguir rodeada de las personas que quiero y que me quieren, recordar a aquellos que se han ido -voluntaria e involuntariamente- y florecer (ridículo, I know).
Hay tanto qué hacer en el mundo y la vida pasa en un suspiro que no debemos de tener la preocupación del qué dirán, de la vergüenza o el miedo a salir perdiendo, hay que seguir intentando a pesar del corazón roto o ilusiones no cumplidas, porque de eso se trata la vida, de sentir todo, bueno y malo, de otra forma mejor sería convertirnos en vegetales o robots, preocupados por no tener emoción alguna.
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