"Es que no entiendo cómo te gusto" fue lo que me dijiste a partir de que te confesé justamente que me gustabas. Yo tampoco entendía las razones, después de todo, ya me había hecho a la idea de no interesarme en nadie y la atracción inicial que sentía por ti el tiempo la había disipado.
Te mentí, sé exactamente por qué y desde cuándo me gustas, pero no me lo creía, pensé que iba a ser como todas las otras ocasiones, pero quedé sorprendida de que me hubieras correspondido, lo lamentable fue que era por despecho y lo acepté.
¿Cuándo? El momento en que me hacías reír de todo, cuando todavía no sabía nada de ti, sólo me interesaba escuchar tu siguiente historia porque era seguro que iba a estar riendo por un buen rato, vamos, que me encanta pasarla bien y lo sabes.
¿Por qué? Las razones son diversas, no sé si sean muchas o simplemente suficientes pero son las que me mueven hacia ti. No pretendo justificar mi elección, ya te lo dije, es algo que siento y con eso me basta, pero tal vez tu no estés convencido de que esto sea real o sincero, entiendo, tienes antecedentes que te han hecho dudar de ello.
Sin enumerar y porque me vienen como lluvia los recuerdos voy a empezar por tu barba. Tal vez sea porque están de moda los hombres barbones y me gusta esa aspereza contra mi piel, me gusta que sea el preámbulo de tus labios y que todas las caricias que me puedas proporcionar tengan un toque de lo salvaje que hay en ti. Me gusta tu forma de ver la vida, tan diferente a la mía, con ese aire de optimismo y posibilidad, al mismo tiempo que todo lo mandas a la chingada y que no te hundas en un vaso de agua por hacerlo, me gusta que agarres la vida con huevos, porque no lo puedo decir de otra forma, que la enfrentes y la hagas tuya.
Me gusta que engañes a todos los demás y que te guste hacerlo, que te crean malo y soberbio, cuando realmente tienes el alma más noble y desinteresada que un monje, todos deberían de conocer esa faceta tuya. Me gusta tu actitud cuando estamos solos, la forma juguetona y atenta en que me haces sentir única; ya sé que mucho de esto tiene que ver con los patanes que me encontré antes en el camino, pero eso también te hace único.Ya te lo había dicho, no estoy acostumbrada a que me traten bien.
Me gusta que no me juzgues, que me incites a pensar en otras posibilidades y me escuches atentamente aún cuando no tenga la razón o sea algo que no quieres escuchar o tengas una postura contraria a la mía. Me gusta, no, esa no es la palabra, me encantó que me introdujeras a nuevos grupos musicales, bueno, nuevos para mí, además de compartirme lo que significaban para ti, fue descubrir otra persona, fue tocar con las yemas de los dedos parte de tu vulnerabilidad desnuda.
Me gusta que la primera vez que me di cuenta que me gustabas y quería estar contigo fue porque sólo con tu voz me sacaste la sonrisa más grande a pesar del frío y de lo mucho que me habías hecho esperar. Me encantó que me tomaras de la mano y me guiaras el camino, a fin de cuentas iba a dejar que me llevaras a donde quisieras, ya estaba enamorada y en ese momento lo supe, pero no te lo dije, era muy pronto.
Me gustas por tus ojos negros, esos ojos en donde me reflejaba cuando hablábamos y sentía que me podían sacar cualquier verdad si los observaba por mucho tiempo, creo que son los principales culpables de mi debilidad por ti. Me gustas por tus manos, ¡oh sí, tus manos! ¿Cómo olvidarlas? ¿Cómo olvidar las rutas que fueron trazando en mi cuerpo? Junto con tus besos y tus ojos, descubrí que tus manos tenían en el poder de hacer que me temblaran las rodillas, que el pulso se me acelerara y hacerme explotar.
Me gustas por tu ternura al tocarme, por tu virilidad al estar frente a mí, por tus insinuaciones y proposiciones en la sala del cine, porque por más que lo intentaste nunca diste con mi punto débil y aún así lograste quebrarme, me gustas porque contigo me sentía segura, sabía que no tenía que preocuparme por nada.
Me gusta la franqueza con la que me hablaste cuando supiste lo que sentía por ti y, aún más, me gusta que contigo fue la primera vez que decidí estar con alguien, no porque me tuviera que convencer, sino porque estaba en juego nuestra amistad, sabía que no sería lo mismo después de compartir mis sentimientos contigo, sin embargo, me diste la confianza suficiente para hacerlo. Conscientemente dirigí mi afecto hacia ti, aunque tal vez no era el momento adecuado para ello.
Ahora que ya todo quedó atrás, que has decidido sacarme de tu vida -que no es reproche, quiero que lo sepas-, me queda el vació de ti. Desafortunadamente me acostumbraste a tus mensajes diarios, a las conversaciones hasta la madrugada, hasta a las películas de súper héroes, en fin, a ti. Te echo de menos, aunque no quiera, me haces falta y eso no me gusta.
Estoy segura que tendrás tus razones para haber actuado como lo hiciste, que después de todo lo que pasamos juntos no siento que haya sido la mejor manera para alejarme de ti. También he de reconocer que me entusiasmé con la idea de estar contigo, me dejé llevar por lo bien que la pasábamos juntos.
A pesar de todo y como tú me escribiste una vez: "estoy contigo, grábatelo hasta el hueso". Si hoy entre nosotros no existe ningún rastro de romanticismo, que te quede claro que sigo siendo tu amiga, estoy aquí y te quiero.
Me gusta que engañes a todos los demás y que te guste hacerlo, que te crean malo y soberbio, cuando realmente tienes el alma más noble y desinteresada que un monje, todos deberían de conocer esa faceta tuya. Me gusta tu actitud cuando estamos solos, la forma juguetona y atenta en que me haces sentir única; ya sé que mucho de esto tiene que ver con los patanes que me encontré antes en el camino, pero eso también te hace único.Ya te lo había dicho, no estoy acostumbrada a que me traten bien.
Me gusta que no me juzgues, que me incites a pensar en otras posibilidades y me escuches atentamente aún cuando no tenga la razón o sea algo que no quieres escuchar o tengas una postura contraria a la mía. Me gusta, no, esa no es la palabra, me encantó que me introdujeras a nuevos grupos musicales, bueno, nuevos para mí, además de compartirme lo que significaban para ti, fue descubrir otra persona, fue tocar con las yemas de los dedos parte de tu vulnerabilidad desnuda.
Me gusta que la primera vez que me di cuenta que me gustabas y quería estar contigo fue porque sólo con tu voz me sacaste la sonrisa más grande a pesar del frío y de lo mucho que me habías hecho esperar. Me encantó que me tomaras de la mano y me guiaras el camino, a fin de cuentas iba a dejar que me llevaras a donde quisieras, ya estaba enamorada y en ese momento lo supe, pero no te lo dije, era muy pronto.
Me gustas por tus ojos negros, esos ojos en donde me reflejaba cuando hablábamos y sentía que me podían sacar cualquier verdad si los observaba por mucho tiempo, creo que son los principales culpables de mi debilidad por ti. Me gustas por tus manos, ¡oh sí, tus manos! ¿Cómo olvidarlas? ¿Cómo olvidar las rutas que fueron trazando en mi cuerpo? Junto con tus besos y tus ojos, descubrí que tus manos tenían en el poder de hacer que me temblaran las rodillas, que el pulso se me acelerara y hacerme explotar.
Me gustas por tu ternura al tocarme, por tu virilidad al estar frente a mí, por tus insinuaciones y proposiciones en la sala del cine, porque por más que lo intentaste nunca diste con mi punto débil y aún así lograste quebrarme, me gustas porque contigo me sentía segura, sabía que no tenía que preocuparme por nada.
Me gusta la franqueza con la que me hablaste cuando supiste lo que sentía por ti y, aún más, me gusta que contigo fue la primera vez que decidí estar con alguien, no porque me tuviera que convencer, sino porque estaba en juego nuestra amistad, sabía que no sería lo mismo después de compartir mis sentimientos contigo, sin embargo, me diste la confianza suficiente para hacerlo. Conscientemente dirigí mi afecto hacia ti, aunque tal vez no era el momento adecuado para ello.
Ahora que ya todo quedó atrás, que has decidido sacarme de tu vida -que no es reproche, quiero que lo sepas-, me queda el vació de ti. Desafortunadamente me acostumbraste a tus mensajes diarios, a las conversaciones hasta la madrugada, hasta a las películas de súper héroes, en fin, a ti. Te echo de menos, aunque no quiera, me haces falta y eso no me gusta.
Estoy segura que tendrás tus razones para haber actuado como lo hiciste, que después de todo lo que pasamos juntos no siento que haya sido la mejor manera para alejarme de ti. También he de reconocer que me entusiasmé con la idea de estar contigo, me dejé llevar por lo bien que la pasábamos juntos.
A pesar de todo y como tú me escribiste una vez: "estoy contigo, grábatelo hasta el hueso". Si hoy entre nosotros no existe ningún rastro de romanticismo, que te quede claro que sigo siendo tu amiga, estoy aquí y te quiero.
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