05 septiembre 2010

Inspiración




Hoy no me nace escribir tecnicismos, sólo escribir lo que viene a mi cabeza, sin sentido, sin motivo aparente, podría decirse que con el único objetivo en mente de encontrar un hilo conductor, el inicio de la inspiración.




Tendré que agudizar el oído, esperar el susurro de una voz lejana, que se vuelque en mi interior para asirla con fuerza y hacerla mía, convertirla en mis pensamientos, tanto que la velocidad de la luz no se le compare. Pero esperar... esperar la brevedad, un instante, una palabra, una imagen. Me pregunto si no lo tengo que forzar, obligar a mi mente a trabajar y encontrar esas primeras líneas introductorias.




Esto es lo que pasa cuando te acostumbras a tener tiempo, el suficiente como para locubraciones, como para iniciar el plan del resto de tu vida, lamentablemente cuando te das cuenta, ese plan está muy distante a concretarse, a realizarse siquiera, como un caracol que no tiene fin y bajo el cual no te puedes refugiar en ningún punto.




Tal vez es necesaria la relajación, la meditación, un poco de música y una copa de vino para empezar, como si de aquellos pequeños placeres dependiera el trabajo de nuestra vida, el inicio del largo y sinuoso camino.






Y tal vez así, deje de pensar en ti.

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