¡Oh, dulce sufrimiento!
¡Oh, dulce agonía!
¿Cómo te fuiste a meter en lo más hondo de mi pensamiento?
¿En qué momento sucedío?
¿Cómo te la ingeniaste para cautivarme?
¿Acaso no te das cuenta de lo que provocas, de lo que me haces sentir?
¿No eres conciente de que con una simple mirada soy tuya?
Supongo que no, de lo contrario no me seguirías torturando tan tranquilo, tan paciente, tan lento... a menos que ese sea tu objetivo, que te guste mantenerme al borde de los nervios, justo en el punto en que quiebro, en que no articulo palabra alguna, en que me muerdo los labios de pensar en lo que será besar los tuyos, porque te aseguro que lo haré y no es mi objetivo sonar pretenciosa.
Te veo y siento que no tendré el valor suficiente para hacerte saber todo lo que siento por ti, pero entonces sonríes, me miras y me inunda una sensación indescriptible, pero agradable y pienso:
¿Cómo he de llegar a ti?
¿Cuál es la forma para que me veas y me notes, pero que en serio me notes?
¿Cómo te he de cautivar?
Sí, es cierto, no te he dado ningún indicio de que quiero estar contigo, mala costumbre mía, lo sé, pero es cuestión de tiempo y no estoy dispuesta a seguir sin ti, porque te quiero conmigo, para mí, que yo estaré ahí, para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario