Queridos Reyes Magos:
Ya tiene varios años que no les escribía una carta, y mucho menos por medios electrónicos (ya ven, los efectos de la tecnología en la vida diaria). Espero que se encuentren muy bien y regalando muchos juguetes a los niños que se los merezcan.
Sé que los regalos de mi infancia hoy en día resultarían de colección o con un toque de nostalgia pero dado que me he portado muy bien en todos estos años que no les he escrito, creo merecerme un regalo en esta noche, claro, no será como aquellas largas listas llenas de muñecas, juegos de cocina, bicicletas y patines; y tampoco soy tan altruista como para pedir un bien para la humanidad (aunque no está de más pedirlo, por si les queda tiempo).
Lo que quiero pedirles para este año es un muñeco, un bombón, va, para que entiendan: un hombre, pero no cualquiera, quiero uno de esos pocos, que estoy segura que quedan, que me hagan sentir como mujer. Lo sé, lo sé, tal vez sea mucho pedir, pero dado que en tantos años no he recibido nada, esto es como una pequeña compensación.
No creo que exista tal cosa como el hombre perfecto, pero la siguiente es mi versión de lo que se le acerca, aunque he de dar algunas especificaciones antes que pongan su magia a trabajar. Con el auge de la experimentación sexual, quiero que el hombre que me traigan sea 100% heterosexual y mayor de 18 años, para prevenir cualquier tipo de situación ilegal.
Creo que sería inútil decir que quiero que tenga la sonrisa de Hugh Jackman, la mirada de John Travolta o la voz de Elvis Presley, porque posiblemente no combinen, pero estoy segura de que lo quiero atractivo, de esos que son guapos pero no se dan cuenta de ello; encantador, de los que conquistan hasta a las abuelas más urañas y exigentes; con porte y clase, no a cualquiera le queda un traje de Hugo Boss. ¡Ah! Antes de que lo olvide, también con mucho sentido del humor, con perspicacia y que entienda el sarcasmo, porque después de lo físico es revitalizante una buena conversación.
Quiero un hombre que me vuelva loca, con las manos con el tamaño perfecto para acomodarse en mis curvas, con los labios que sepan justo en donde besar, con una lengua que se amolde, lama, juegue y me estremezca hasta los huesos.
No pretendo que me traigan al hombre perfecto, porque eso no existe, sino uno que se acerque a la descripción que les he dado, con un poco de esfuerzo lo encuentran, y espero con todas las ansias del mundo que me lo traigan.
Sin nada más por el momento y con los suspiros aguardando por el regalo, me despido. XOXO